sábado, 15 de noviembre de 2008

La Vida


No nos engañemos, principio y fin. Y eso es lo interesante.

Realmente he estado realmente tentado. Sí, realmente está repetido. Si todavía se usasen underwoods u olivettis para escribir hubiese aparecido algo así como rrrreealmente y es que cuando las palabras se atropellan en la punta de los dedos es porque la sensación que uno quiere transmitir es mayor que nuestras pulsaciones por minuto. He estado tentado a dejar que esta gota acabase en la segunda linea pero parece que no soy yo quien ha de decidirlo. La vida, no me negarán que aquellas vueltas interminables al patio del colegio nada tenían que ver con las carreras por ser los primeros en recibir uno de los paquetes de cromos que regalaban como promoción a la salida de las clases. Y eso es lo interesante.

Hay quien se empeña en correr, sin darse cuenta que lo hace en círculos. Hay quien corre en dirección contraria. Hay sencillamente quien se niega a correr. Digamos que cada uno se apunta a la carrera que quiere. Pero centrémonos en el primer tipo de corredor.

Hay de aquel que corra en círculo y quiera compartir la carrera con los que lo hacen hacia una meta. Si los vemos de lejos no apreciaremos diferencia alguna, pero si observamos detenidamente durante un rato la tristeza se asomará a nuestra cara, y es que el hombre sí es bueno por naturaleza. Si entendemos que uno de los corredores no tiene una meta sabremos que a final, aunque tarde, caerá destrozado por la impotencia de no llegar a ninguna parte. Y huiremos. Huiremos por si el sortilegio pudiese ser contagioso y nos atrapase en esa carrera interminable sin objetivo ni recompensa.

Si realmente “lo que importa es el camino” qué narices hacemos, ¿nos esforzamos al menos por mirar por la ventanilla?.

Principio y fin, gracias. La vida, la carrera, corre. Corre, es importante. Es lo que esperan. Ahora bien, cuando estés a una centésima de cruzar la ansiada meta... ¿qué recordarás? El esfuerzo, la perfecta máquina en la que te has/han convertido, los obstáculos. Lo siento.

Quizás no se pueda luchar contra el momento que nos ha tocado vivir, pero quizás sí merezca la pena. Recuerden, hagan lo posible para correr, pero corran bien. Aprendan de lo que encuentren a su paso, aunque les cueste llegar dos puestos más atrás. Permítanse no ser los primeros. Permítanse ser uno de aquellos adinerados de hace cinco centurias y aprovechen la vida para aprender cosas inútiles para la carrera.

Lleguen a la meta con una mochila tan pesada que su contenido haga olvidar a todos los participantes el orden de llegada. Porque quién ha dicho que alguien lleva esa cuenta.


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