jueves, 13 de noviembre de 2008

Ecos

Cuando redactas algo que quieres contar siempre me han enseñado que hemos de hacer una distribución de la información de manera que el texto tenga una introducción, un cuerpo y una conclusión.
Dejemos que esta entrada sirva como introducción de lo que de ahora en adelante serán como gotas de agua que caen de la nube en la que pululan. Lo que prometo es que no habrá conclusión, a pesar de lo aprendido, puesto que el rastro que dejen todas las gotas caídas será en sí mismo el desenlace de esta historia.
Ante la incertidumbre de si este charco que comienza como íntimo se convertirá en público comenzaré a dejar que las gotas caigan de la forma, composición y frecuencia que ellas deseen. Espero que aquellos que se dejen mojar disfruten de la experiencia.

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