viernes, 5 de marzo de 2010

¿Vives o convives?


Las relaciones interpersonales son el paradigma genuino de la relación calidad/precio. El hecho de desarrollar esta afirmación puede resultar trivial, hay quien diría incluso pueril. ¿Pero estamos realmente los adultos preparados para hacerlo? Y es que a pesar de lo que describen las anteriores frases quizás la auténtica realidad es que sólo para los niños las relaciones son triviales. De alguna manera la inocencia de las relaciones, pongamos por ejemplo las de amistad de los infantes esconden una profunda y abrumadora verdad; el blanco o negro, el “es mi mejor amigo” o “es mi peor enemigo”.

Son muchos los que pasan la etapa de la adolescencia y se convierten en adultos manteniendo esta premisa. Y ahí es dónde aparece el conflicto. Llegado el momento hay que descubrir que las relaciones con los que nos rodean no son blancas o negras, que todos son tan o más complejos que uno mismo. Es en este punto donde hemos de elegir la proporción calidad/precio de nuestras relaciones con los demás.

Preferimos una gran cantidad de “otros” a nuestro alrededor aunque sea de forma superficial y transitoria o por otra parte deseamos invertir tiempo y recursos en algo sólido y duradero.

Al leer esto puede que nos sintamos tentados a señalar que la segunda opción es la correcta. ¿Pero no es esta elección la herencia de nuestra experiencia en la etapa infantil de nuestra vida? ¿Será por el contrario la primera opción la más “madura”?

Ser capaces de interrelacionarnos sin desear que todo sea perfecto/puro/inmutable. ¿Nos pasará como a aquellos que iban tras la fuente de la eterna juventud despilfarrando la auténtica juventud?

En cualquier caso deberíamos aprender a interrelacionarnos con los demás a múltiples niveles situando a cada cual en el suyo sin esperar ni desear que algo sea o se convierta en lo que no es por imposición sin tener en cuenta que el libre albedrío existe. Le pese a quien le pese.

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